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Epigenética y enfermedades crónicas: cuando el estilo de vida modifica tu salud genética

Durante mucho tiempo se pensó que nuestra salud estaba predeterminada por la genética. Sin embargo, investigaciones en epigenética han revelado que el entorno y el estilo de vida tienen una influencia profunda sobre cómo se expresan nuestros genes. Esta área de la ciencia ha cobrado gran importancia en la comprensión y prevención de enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes tipo 2, la obesidad, el cáncer o las enfermedades cardiovasculares.

¿Qué es la epigenética?

La epigenética estudia los cambios en la expresión genética que no alteran la secuencia del ADN, pero sí modifican cómo y cuándo se activan ciertos genes. En otras palabras, todos nacemos con un código genético, pero las decisiones que tomamos a lo largo de la vida (como lo que comemos, cuánto nos movemos o si fumamos) pueden determinar si ciertos genes se expresan o se “apagan”.

Los principales mecanismos epigenéticos son:

  • Metilación del ADN: adición de grupos metilo a ciertas regiones del ADN, que puede silenciar genes.

  • Modificaciones de histonas: proteínas que regulan la estructura del ADN y su accesibilidad.

  • ARN no codificante: moléculas que interfieren con la traducción del código genético en proteínas.

Estos cambios pueden ser reversibles, lo cual abre la puerta a intervenciones preventivas o terapéuticas basadas en estilo de vida.

Enfermedades crónicas no transmisibles y su vínculo epigenético

Las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) como la obesidad, la hipertensión, el cáncer y la diabetes son las principales causas de muerte a nivel mundial. Si bien hay una predisposición genética en algunos casos, la mayoría de estas enfermedades se relacionan con hábitos adquiridos: alimentación inadecuada, sedentarismo, tabaquismo, estrés, etc.

La epigenética ha demostrado que esos factores pueden:

  • Activar genes relacionados con la inflamación crónica o resistencia a la insulina.

  • Silenciar genes protectores que normalmente previenen la acumulación de grasa o la proliferación celular anormal.

  • Generar marcas epigenéticas que se heredan a las siguientes generaciones (epigenética transgeneracional).

Programación epigenética desde etapas tempranas

Uno de los hallazgos más relevantes es que la epigenética comienza a actuar desde etapas muy tempranas, incluso desde antes del nacimiento. La nutrición materna, el estrés durante el embarazo o la exposición a toxinas ambientales pueden alterar el “programa epigenético” del feto.

Esta programación influye en el metabolismo, la tolerancia a la glucosa, la presión arterial y otros parámetros que pueden predisponer a enfermedades crónicas décadas después.

Por ejemplo:

  • Un bebé expuesto a desnutrición intrauterina puede desarrollar mecanismos de ahorro energético que, en un entorno de abundancia calórica en la adultez, lo lleven a la obesidad.

  • El estrés prenatal puede alterar la respuesta del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, generando una mayor reactividad al estrés durante la vida.

Estilo de vida: activador o protector epigenético

La buena noticia es que muchas de estas marcas epigenéticas son modificables. Aquí algunos factores clave:

1. Alimentación

Los nutrientes actúan como moduladores epigenéticos. Algunos compuestos como el ácido fólico, la colina, la vitamina B12 o los polifenoles (presentes en frutas, té verde, cúrcuma, etc.) pueden proteger contra cambios epigenéticos dañinos.

2. Actividad física

El ejercicio regular puede inducir cambios epigenéticos favorables, reduciendo la inflamación, mejorando la sensibilidad a la insulina y protegiendo la función cardiovascular.

3. Estrés crónico

El estrés persistente está vinculado con metilación anómala en genes relacionados con la respuesta inflamatoria, la ansiedad y la depresión. Prácticas como mindfulness, yoga o terapia psicológica pueden tener un efecto epigenético positivo.

4. Exposición a contaminantes

Metales pesados, pesticidas, humo de tabaco y disruptores endocrinos (como el BPA) alteran las marcas epigenéticas y aumentan el riesgo de enfermedades. Reducir la exposición ambiental es una forma efectiva de prevención.

La epigenética ha cambiado la forma en que entendemos la relación entre genes y salud. Si bien no podemos cambiar nuestra carga genética, sí tenemos el poder de influir en cómo se expresan nuestros genes a lo largo de la vida. Esto convierte al estilo de vida en una herramienta poderosa no solo para mejorar el bienestar individual, sino para prevenir enfermedades crónicas a nivel poblacional.

Cuidar lo que comemos, mantenernos activos, manejar el estrés y reducir la exposición a toxinas ya no son solo consejos generales: son intervenciones con un impacto directo en nuestra biología más profunda.